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jueves, 22 de enero de 2009

STRADIVARIUS



Stradivarius - Nines de Andrés Enero 2009

Siempre amó la música. Cuando era pequeña su vecino tocaba el violín todas las tardes y ella va sientiendo las notas una a una dentro de su corazón. La melodía danza en el aire y tras diluirse sus ecos da paso al silencio que inunda el espacio vacío y le deja en el alma esa sensación de placer, de relax tras haber escuchado algo tan bello.
Toda su vida, aún ahora que ya tiene 15 años, anhela un violín pero sus padres no tienen suficientes medios como para permitirse un lujo como ese. Ya tienen bastante con pagar las clases de solfeo así que se tendrá que conformar. Aunque claro, ella no quiere cualquier violín, quiere un Stradivarius ¡nada menos! ¡Qué ingenua! Con lo que cuestan los más corrientes uno de esa categoría debe de ser inalcanzable para su familia.
Pero los sueños son ilusiones y éstas se tienen siempre, a través de los años, de los tiempos y de la vida entera y nunca dejó de pensar en ello.
Ya es una buena moza y ha seguido estudiando solfeo y violín junto con sus estudios de Bachillerato y la carrera de Magisterio que sus padres, con mucho esfuerzo, han conseguido que acabara y ella quiso pagarles siendo una buena estudiante para agradecerles lo que estaban haciendo. Ahora tiene que trabajar muy duro pues su padre está enfermo y necesita un tratamiento muy caro que ella no puede costear. Después de morir su madre quedó al frente de la casa y al cargo de su padre y ni siquiera ha encontrado un puesto de maestra. Es muy complicado estudiar oposiciones cuando se tienen tantos problemas en casa, así que se dedica a dar clases particulares, cuidar niños, atender alguna persona mayor, limpiar en una oficina por las mañanas…Y así, poco a poco, sobreviven. A veces es tan duro que se encierra en su cuarto y llora silenciosa porque se da cuenta de lo difícil que es llegar a fin de mes, y teme que su sueño no se vaya a realizar nunca.
Una noche se levantó de un salto. Alguien llama de forma insistente a la puerta de casa. Se dirige a la puerta y se asoma por la mirilla para ver quién tiene tanta prisa a esas horas. Es el vecino, el músico. Al abrir se da cuenta de que el hombre tiene una cara desencajada y está muy nervioso. Trae en la mano un estuche.
-Buenas noches, espero no ser inoportuno.
-Es un poco tarde pero… ¿Qué se le ofrece?
-Tengo que marcharme del país esta misma noche –dice el hombre-, mi familia me necesita y me haría muy feliz si aceptaras guardarme el violín hasta mi regreso. Si no vuelvo deseo que te lo quedes pero con una condición. Cuando seas capaz de conseguir el sonido que el instrumento merece, deberás ir a buscarme a Praga y tocarás en el teatro más importante de esta ciudad.
-Me deja desconcertada pero, si es lo que usted desea, acepto el regalo y le prometo que aprenderé y, por supuesto, que para mí será un sueño interpretar maravillosas músicas en Praga. Tocaré para usted, será un verdadero honor. Le estoy muy agradecida. ¡Ojala que tenga mucha suerte!
Se quedó en la puerta confusa y alegre a la vez, viendo cómo se alejaba en la noche. Entró de nuevo en casa. Fue directa al cuarto de su padre a contarle lo ocurrido y allí mismo abre el estuche.
- ¡Es un Stradivarius padre! ¡No puede ser, no puedo creerlo!
Practicó con ahínco durante mucho tiempo. Su padre, poco a poco, se fue recuperando y ella consiguió tocar con virtuosismo. Su profesor de música le dedica todo el tiempo que los dos tienen para que pueda llegar a ser una violinista perfecta y, cuando considera que ya es tiempo, un día viene con una sorpresa. Tiene una invitación de una orquesta que viaja a Praga ese mismo año para que ella toque como solista.
Esa noche se va a dormir feliz y cierra las cortinas para que no le deslumbre el reflejo de la luna sobre su Stradivarius, la esperanza, el tesón y la recompensa por tanto tiempo de lucha habían dado sus frutos.